viernes, 19 de abril de 2013

Capítulo 29: HOMERO DESENCADENADO

Portada original de Ilión.

Acabo de terminar, después de más tiempo del que pensaba, el díptico Ilión y Olympo, del norteamericano Dan Simmons. Me ha costado trabajo acabarlos, más por su longitud que por la dificultad de su lectura, pero las impresiones no pueden ser mejores. Cuando leí el gran clásico de Simmons, Hyperion, pensé sinceramente que se trataba de una de las mejores obras de ciencia-ficción con que me había topado. Su segunda entrega, La caída de Hyperion, posee una calidad enorme a la altura de su precedente, si bien gran parte de la magia de Hyperion -que se encuentra en su estructura- quedaba perdida, con lo que la historia quedaba un pelín descompensada. Cuando terminé Ilión hace unos meses, anonadado ante el despliegue brutal de imaginación de su autor, temí que Olympo pudiese quedar de nuevo opacado por su predecesor. Afortunadamente, me equivocaba.

Portada original de Olympo.

Publicados en 2003 y 2005, Ilión y Olympo mezclan la guerra de Troya tal como Homero la narrase en la Ilíada con una complicada trama que combina educados androides de corte asimoviano, entidades alienígenas salidas de La Tempestad de Shakespeare e intrincadas teorías sobre física cuántica, todo ello enmarcado en un multiverso tan imposible como fascinante. Sin desvelar excesivos datos argumentales, la cosa puede resumirse en cuatro tramas: 

1. La de los posthumanos, una raza humana futura tan evolucionada tecnológicamente que se ha permitido la extravagancia de tomar la forma y atributos de los dioses griegos e instalarse en el monte Olimpo de Marte, viajando en el espacio-tiempo hasta los días de Aquiles y Héctor y vigilando mediante la presencia de eruditos infiltrados en la guerra, (como esas asociaciones yankis que se reunen los fines de semana para recrear la Guerra de Secesión) que el poema homérico se desarrolle tal como lo conocemos. Una épica bestial en la que pequeñas variaciones  imprevistas se irán expandiendo como las ondas en el agua.

2. La de los humanos antiguos y corrientes, convertidos en algo así como los Eloi de La máquina del tiempo, que viven para el placer y la fiesta en un planeta Tierra adaptado a sus caprichos, y que en el pasado ha sufrido enormes cataclismos que nadie recuerda. Tendrán que reaccionar a tiempo cuando su idílica situación cambie radicalmente de un día para otro.

 Portadas de ediciones posteriores.

3. La de los moravecs, cultísimos cyborgs del Cinturón de asteroides que deciden tomar cartas en el asunto cuando la actividad cuántica del Sistema Solar se desboca. Simmons retoma aquí su idea de Hyperion sobre el mundo de las inteligencias artificiales que se han independizado pacíficamente del dominio humano.

4. La de Próspero, Calibán, Ariel y el bizarro monstruo Setebos, que irán urdiendo los hilos hasta enredar todas las demás tramas. Aquí prefiero no contar nada, entre otras cosas porque sigo intentado atar cabos en mi cabeza.

Portadas de dos de los cuatro tomos de la edición en castellano, en bolsillo.

La impresión general es que Dan Simmons vuelve a reivindicarse como el más potente autor del género en la actualidad, entre otras cosas por la osadía que supone la mezcla de argumentos antes descrita, y sobre todo por combinar con mágica eficacia aventura, acción, fantasía, humor, amor y algo de sexo, sacando punta de paso a personajes tan jugosos como los mismísimos Odiseo, Zeus o Helena de Troya. Algunos giros argumentales (pese a lo deliciosamente inverosímil de las situaciones) hacen erizarse los vellos de uno. Simmons certifica de una vez por todas -y creo que nadie lo ha hecho tan claramente antes- que la ciencia-ficción, manejada con talento, sirve para contar cualquier tipo de historia, precisamente porque dentro de sus límites cabe absolutamente cualquier cosa. Y qué bien te lo pasas.

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