miércoles, 26 de septiembre de 2012

NUEVAS ADAPTACIONES DE PANINI



La adaptación al cómic del clásico inmortal escrito por Oscar Wilde. El artista Basil Hallward ha retratado a Dorian Gray, un misterioso personaje que se lamenta de que vaya a perder su juventud, mientras la imagen del cuadro permanecerá siempre joven. Su deseo es que ocurriera al revés, que fuera la pintura la que acusara el paso del tiempo. Y de alguna extraña manera, eso es lo que empieza a ocurrir. Una novela de oscuras maravillas que cobra vida, a través de los ojos del veterano Roy Thomas

martes, 18 de septiembre de 2012

PONIENTE

He aprovechado el parón del blog para leer Canción de hielo y fuego, y actualmente estoy justo a la mitad de "Tormenta de Espadas" . Ya se ha escrito aquí mucho de George R. Martin, pero creo poder dar un punto de vista nuevo. Y es que más que una novela-río, yo lo veo como un montón de libros interconectados. Desde que se produce la salida de Desembarco del Rey de muchos personajes en Juego de tronos, tenemos el libro de la pícara Arya y su compañía de bandidos, otro del viaje místico del tullido Bran, y el libro de Daenerys, que parece un relato pulp estilo Hyperboria. Y ansío que se entremezclen ya. El fallo es que a quienes le apasionen las historias de más allá del Muro, le debe dar igual el cuento de princesa triste de Sansa, y que los turbios manejos de Tyrion queden postergados a capítulos enteros en los que Catelyn se muestra preocupada por Robb, me ha desesperado un poco. Muy interesante Tyrion, un vividor al que su familia culpa de asesinar a su madre en el parto, y cuyo padre cree que existe como castigo de los dioses para enseñarle humildad. Todos supervivientes, con buenísimos cliffhangers. Depende del sabor que me deje este tercero, que todo el mundo dice que es el mejor, que me lance o no sobre el cuarto y el quinto.  

sábado, 15 de septiembre de 2012

Capítulo 26: AFRICANUS, EL "BIOPIC"


Retomamos el blog, tras un largo verano de inapetencia, para echar un vistazo a la última novela que he terminado: Africanus, el hijo del cónsul (2006), de Santiago Posteguillo. No sé si existe un subgénero específico consistente en "novelas sobre la antigua Roma", pero la trilogía firmada por este escritor español podría ser un ejemplo arquetípico.

Africanus cuenta la historia de Publio Cornelio Escipión (hijo), el gran mito militar de Roma, desde su nacimiento hasta sus primeras victorias como general. Posteguillo, hombre de letras con amplia formación y reconocimientos universitarios, parece dominar al dedillo tanto la biografía del personaje como el contexto de su tiempo, y la novela abunda en detalles sobre las costumbres, públicas y privadas, de los siglos previos a la hegemonía definitiva de Roma en el Mediterráneo. Quienes conozcáis la época, sabéis que Escipión el Africano tuvo como gran rival en la 2ª Guerra Púnica (una suerte de 2ª Guerra Mundial en miniatura) a Aníbal Barca, su alter-ego en la otra potencia del momento, Cartago. Un acierto por parte del autor es que, si bien al final Escipión sale ganando en cuanto a páginas ocupadas y tramas abiertas, Africanus puede entenderse igualmente como la biografía de ambos estrategas en paralelo.

Santiago Posteguillo (de literazee.com).

Santiago Posteguillo se desenvuelve de manera excelente a la hora de narrar los episodios bélicos. No solamente recrea genialmente los ambientes de batalla y toda la épica de las tropas atacando o defendiéndose, sino que lo hace sin triunfalismos maniqueos e incidiendo en los pensamientos (y sentimientos) de los hombres enfrentados. Si Africanus hubiese sido una novela completamente bélica, narrada de principio a fin en el fragor de la batalla, estaríamos hablando de toda una obra maestra. Pero aquí es donde el buen hacer del autor trastabilla.

Es un problema común a casi toda narración biográfica el caer en los mismos clichés que Africanus, cosa que se ha acentuado desde que en el mundo del cine, motor estilístico principal de la novela comercial actual, se ha estandarizado una cierta forma de mostrar vidas ilustres ("biopics"). Se parte de una planicie total, de una simplicidad insultante en todos los aspectos vitales del personaje a tratar, para progresivamente ir destacando todo aquello que lo hizo famoso. Esto mismo es lo que ocurre en Africanus: que el militar es tan genial como cabría esperar, pero el hombre, Publio, es fulano de tal. 

Dos portadas de otras dos ediciones.

Para empezar, su personalidad como niño queda opacada por su padre y su tío Cneo, personajes mucho mejor definidos que le roban la función al chaval. Da la sensación de que el niño Publio simplemente se deja llevar por un narrador que tiene poco que decir sobre él. Cuando crece, la cosa tampoco mejora. Publio es el perfecto ejemplo del "mesías heroico" idealizado por la historia como alguien naturalmente adelantado a su tiempo, con una moral mucho más cercana a los modelos actuales que a como realmente podría haber sido alguien de más de dos siglos antes de Cristo. Es presentado como un modelo de bondad, sabiduría, gusto por la cultura, heroísmo desinteresado, sentido común y justicia social judeocristianas. Esta vez son su camarada Lelio (reencarnación narrativa de Cneo) y el malvado Fabio Máximo quienes se llevan el gato al agua en detrimento de Publio.

Tampoco puedo dejar de mencionar a su sufrida y amante esposa Emilia, todavía más acartonada en su retrato: guapa hasta la locura, pechos perfectos varias veces descritos por el autor (obsesión de la novela actual, definir a la hembra por los pechos), sexualmente incitante y a la vez ingenua (otra fantasía sexual recurrente), una media naranja perfecta que asegura la dosis necesaria de romance. No todo iba a ser sangre y barro.

Una edición limitada.

Considerando que Posteguillo es una persona de amplísima formación, y que ha manejado -al parecer- una bibliografía poco menos que exhaustiva, tampoco podemos lapidarlo por sus pecaminosos clichés. Es muy probable que muchas de las rancias crónicas históricas en que se basa Africanus sean las culpables de tanta idealización del héroe, y Posteguillo no ha hecho más que dar fe de ello sin ensuciarse mucho las manos con elementos de cosecha propia. No obstante, como narrador que escribe hoy para lectores de hoy, creo que debería haberse tomado alguna pequeña licencia que echara algo de sal al plato, que otorgase alguna dimensión más al sosainas de su perfecto supermán Escipión.

Me quedo con el contenido puramente bélico de la novela, abundante y excelente. Situando ahí mis mayores expectativas, me enfrentaré cuando sea posible a su previsiblemente potente continuación: Las legiones malditas (2008).