viernes, 30 de marzo de 2012

Amphigorey


Edward Gorey es un ilustrador que tuvo la facultad de no tener imitadores en su época. Hoy día, hay tantos remedos de dibujos torcidos y macabros (en particular de adolescentes góticas que inauguran franquicias de mercadotecnia de bolsos, agendas y camisetas) que la gente cree que este autor copia a Tim Burton, y no al revés. Burton publicó Las aventuras del chico Ostra, que beben directamente del libro de dibujos de Gorey. Vamos más allá de Maurice Sendak: Gorey es cruel con la humanidad y derrocha simpatía hacia los mostruos. Sus niños son melancólicos y sufrientes, y su trazo es triste, como si contemplásemos los dibujos a través del filtro de una cámara antigua de fotos en blanco y negro. Quizá herederas directas de su estética son Pesadilla antes de Navidad y Eduardo Manostijeras. Cómo no iba a enamorarse Burton de Helena Bonhamm-Carter, si parece un daguerrotipo de Gorey. En la ilustración, El invitado inesperado, pertenece a un cuento en el que los amigables y estirados inquilinos de una vieja mansión reciben a un pingüino grotesco y batmaniano que se les instala, desordena la vida, y no abandona nunca.

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