lunes, 13 de febrero de 2012

DICKENS ES EL INVIERNO


Una vez, tras una lectura en público, una mujer se acercó a Dickens y le dijo: "¿puedo tocar la mano que ha llenado mi casa de tantos amigos?" . Y es que esos personajes son tan cercanos, que el mismo Dickens incitaba al público a acercarse y confortarse con la lectura, como si estuviésemos todos alrededor de la chimenea. La gran humanidad de sus creaciones radica en cómo se sobreponen a la adversidad y a la falta de misericordia. David Copperfield sufre al par que ama a su caprichosa esposa. Oliver Twist siente cómo el juez de su adopción se apiada disimuladamente para que no lo adopte un desalmado. El señor Scrooge, que había alardeado de carecer de sentimientos, llora. Y todo encaja: David Copperfield nace con el amnios natal pegado a su cara, augurio de que jamás moriría ahogado, y es su amigo, el que destrozó el hogar que David amaba, el que naufraga en esa misma playa. Consciente de la magia que invertía en su texto, Dickens se negó incluso a representar "Cuento de Navidad" ante la Reina Victoria y unos pocos allegados, no sea que el escaso número de oyentes reste calidez a la audición, concebida para un auditorio mayor.

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