miércoles, 7 de diciembre de 2011

TARZÁN DOMESTICADO


Siempre me fastidiaba que en las pelis de Tarzán, una vez establecido con Jane, la civilización llegaba a la selva. Así, teníamos la cabaña con ascensor de plátanos, el grifo, las hamacas, la mesa escritorio de Boy, vamos, los picapiedra. Me agrada saber que en las novelas no es así. Que aunque Tarzán viaja por el mundo y vive en Greystoke Manor, deja su labor en la cámara de los Lores y a Jane y regresa a su naturismo. Aunque claro, esta vez ya no era lo mismo. Y no va con la mona, sino a lomos de un cacho león gigante. Con nostalgia de su libertad, ya se dedicaría a encontrar civilizaciones perdidas en plan novelas de Henry Ryder Haggard. Y así pasaría su último ciclo novelesco, buscando su perdido salvajismo. Cuando supo de su origen y su linaje aristocrático , ganó su humanidad, pero realmente Tarzán no quería ser un lord, sino el sucesor del gran gorila Kerchak.

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