martes, 20 de septiembre de 2011

CERTERAS ESTOCADAS DE MOSQUETERO


Parte de la culpa de que las personas lectoras seamos tan introvertidas la tienen los demás, la verdad. El domingo tuve una conversación con dos familiares, llena de tópicos sobre cualquier cosa sin profundizar en nada, sin hilo conductor, de Colón a Nieztsche, de los vikingos a los ovnis, sin aprender nada y sin cumplir ninguna implicatura. Estamos tan acostumbrados a un buen discurso organizado, cómplice y coherente, que luego buscamos eso en la vida cotidiana. Y huérfanos de eso seguimos a una persona cabal, con la que colegimos. En los libros de artículos de Pérez-Reverte (Patente de corso, Con ánimo de ofender) podemos encontrar eso. En éste último, quizá porque está más metido que nunca en su rol de capitán Haddock gruñón, arremete contra el sistema educativo de orientadores y psicólogos, el desconocimiento del castellano y la historia de España, dejando ver muy al fondo una ternura de chiquillo enfadado que a mí me conmueve. Sería genial ser amigo de este tipo.

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