lunes, 28 de marzo de 2011

EL EXTRAÑO CASO DE NICHOLAS WILCOX



Siguiendo con Karl May, he recordado que él mismo se disfrazaba de Old Shatterhand y se fotografiaba para convencer a sus lectores de que el héroe existía. El mismo autor presumía de que conocía 1400 dialectos y hombre de mundo, cuando era un viajero frustrado (como Verne) que no pisó Arizona hasta muchísimo después de haberla imaginado. En la mitad oscura de Stephen King, el escritor protagonista crea un pseudónimo que se torna real e incluso quiere suplantarlo. El William Wilson de Poe tenía un dopellganger (más moral y recto que el auténtico) y esta cadena de pensamientos me lleva hasta Nicholas Wilcox, autor inventado por Juan Eslava Galán para vender libros sobre templarios y de aventura histórica, en lo que es una pirueta que parece un cuento de Borges. Es genial, y mucho me temo que no me creeríais, así que mejor que lo leáis de la mano de Pérez Reverte, que fue el que lo destapó en uno de sus artículos:

"Durante algún tiempo me intrigó el caso de Nicholas Wilcox: escritor inglés, nacido en Nigeria, aficionado a la ornitología, erudito, viajero constante, buen conocedor de España y su cultura, autor de novelas de intriga histórica ambientadas aquí. La lápida templaria fue el primer libro suyo que cayó en mis manos, y luego la trilogía: Los falsos peregrinos, Las trompetas de Jericó y La sangre de Dios. Este tío, me decía al leerlo, se sabe esta tierra como la palma de la mano, y no sólo eso. Costumbres, gastronomía, ciudades, paisajes. Lo controla todo. Uno de esos ingleses apasionados por España, como Kamen y Elliott y toda la peña, pero éste en plan best-seller sin complejos. Y además lo leen, de lo que me alegro infinito, porque cuenta unas historias estupendas; y eso de que alguien cuente historias y encima la gente las lea, revienta mucho a los cagatintas que viven del morro, o sea, de poner posturitas en mesas redondas -la narrativa en el próximo milenio y cosas así- sin haber tenido nada que contar en su puta vida, y encima van y patalean porque la gente no los comprende. Así que olé los huevos del Wilcox éste, me dije. Aunque sea también perro inglés. Que cuantos más seamos, cada uno en su registro, más nos reímos, y en la biblioteca de un lector de pata negra tanto montan El asesinato de Rogelio Ackroyd como La montaña mágica, y no hay como pasar buenos ratos echando pan a los patos.



Comentaba todo esto hace tiempo en Sevilla con mi amigo Juan Eslava Galán, premio Planeta de los de antes -En busca del Unicornio se titulaba aquella bellísima y conmovedora aventura-, y tan amigo mío que hasta lo metí, sin pedirle permiso de chulo de putas y espadachín a sueldo bajo el nombre de El Galán de la Alameda en la última aventura de Alatriste. Hablaba yo de Wilcox, decía, con Juan Eslava mientras nos tomábamos en Las Teresas, catedral del tapeo, unas manzanillas y un jamón de esos que sientes el éxtasis místico cuando te lo zampas. Y entre manzanilla y manzanilla le comenté a Juan Eslava lo de Wilcox, ya que en las novelas figura él como traductor. Ese inglés, dije, sabe mucho y lo cuenta de puta madre. ¿Verdad? Y entonces Juan se rió así como él hace, grandote, socarrón y tranquilo. Lo conozco hace la tira, y al verlo reírse de aquella manera me quede pensando y luego le dije no puede ser. Cacho cabrón. No me digas que Wilcox eres tú.



Lo era. Años atrás se topó con unas notas de una especie de logia templaria que hubo en Jaén, y se le ocurrió que el material era chachi para una novela de acción y misterio con un toque esotérico. El temor a que sus lectores habituales se sintieran decepcionados por una incursión tan clara en el género, lo decidió a inventarse un pseudónimo. Así nació Nicholas Wilcox, de quien Juan reclamó oficialmente el digno papel de traductor. Necesitaba una biografía, naturalmente; de modo que -me imagino la risa y la guasa, porque lo conozco- la fabricó ad hoc: nacido en colonia británica de África, viajero, aventurero, experto ornitólogo, apasionado de España, etcétera.Había una pega, y es que la colección de libros donde aparecieron los de Wilcox llevaba la foto del autor en la solapa. Así que Juan metió la de su hermano, que tiene más pinta de británico y de aventurero que él de aquí a Lima. Una foto en la que el presunto Wilcox parece que está ante el Nilo o algo parecido, cuando el agua que se ve detrás es, en realidad, una piscina de las Alpujarras. O de por ahí.



De anécdotas, imagínense. Miles. Verbigracia, que el año pasado invitaron a Nicholas Wilcox a la Semana negra de Gijón, y como oficialmente estaba viajando por el Amazonas en ese preciso momento, tuvo que ocupar su lugar el humilde traductor, Juan Eslava.O quienes le piden a Juan que traduzca más Wilcox a lo que él replica que es muy lento traduciendo que tiene mucho trabajo -ahora está con una novela nueva entre manos, para suerte de sus numerosos lectores y amigos- y que tengan paciencia. O lo mejor de todo: el lector exigente qué escribió una extensa carta criticando varios fallos en la traducción que delataban la procedencia inglesa de los textos, y aconsejando más rigor y eficiencia la próxima vez. Carta a la que Juan respondió muy cortésmente, prometiendo esmerarse en lo sucesivo.Y es que la literatura también consiste en esas cosas: juegos, guiños, libros, lectores y amigos. En lo que a amigos se refiere, yo mismo he guardado silencio sobre el caso Wilcox todos estos años. Omertá siciliana. Lo cuento al fin porque una revista ha dado el cante, y el camarada Wilcox acaba de salir del armario literario. Mejor así. No sea que al final ocurra como en esa novela que siempre le digo a Juan que escriba para rematar la serie Wilcox: un novelista que escribe como traductor de sí mismo, y que como el presunto autor no aparece, es acusado de asesinar a su propio pseudónimo: El extraño caso del traductor asesino.

sábado, 26 de marzo de 2011

KARL MAY ¿GÉNESIS DEL NAZISMO?


Sabemos que hay libros que cambian el mundo para bien (La cabaña del tío Tom de la pequeña Beecher Stone fue determinante en la abolición de la esclavitud) pero, ¿Y los que lo hicieron para mal? Es el caso de Karl May, lectura de juventud de Hitler, que de ahí es de donde sacó al superhombre, no de los textos de Nieztsche. Los libros del ciclo de Winnetou, muestran al trampero y cazador descendiente de alemanes Old Shatterhand, alemán rubio y de ojos azules que lo consigue todo gracias a su condición de alemán (atraviesa a nado torrentes, nunca se cansa) En sus historias, más que hablar de indios y vaqueros, se habla del pueblo alemán, de su raza valiente y ganadora. Hitler promovió su obra y multiplicó las ediciones de sus libros. May no pierde de vista ni su origen ni el destino inmediato de sus obras: Old Shatterhand, cuando se cruza con alguien que esboza una sonrisa benévola le supondrá «de origen germánico»; al entrar en un bar y escuchar a dos hombres hablar en alemán, observará que «sus rostros eran la estampa de la honradez»...
Vamos, que si Hitler se hubiera dedicado a leer a Emilio Salgari en lugar de a Karl May, se hubiera encontrado a Sandokán, hubiera seguido con sus pinturas, y tal vez no hubiera sucedido la Segunda Guerra Mundial.

LA BALLENA ALEGRE


Pero seguramente antes del Barco de Vapor estuvieron los libros de la editorial doncel en la colección "La ballena alegre" muy bien editados, en formato grande y tapa dura, con lomo de tela. Recuerdo una saga sobre un ángel que en cada capítulo ayudaba a álguien a ganarse las alas. También he recordado hoy los libros de lectura "Senda" que acompañaban a nuestros libros de texto. Recuerdo uno de una roulotte que estaba viva (precedente del coche fantástico) y cómo no, las cartillas MICHO Y PALAU con las que aprendimos a leer (A Morito le picó una avispa ¿Recordáis?)

viernes, 25 de marzo de 2011

LA COLECCIÓN BARCO DE VAPOR


Mi primer libro fue "La caja de lo que pudo ser" de Lourdes Ortiz, con dibujos maravillosos de Ulises Wensell. Era un cuento corto. Pero luego creo que fue la colección Barco de Vapor lo que me enganchó más que Los 5 de Blyton o Los Hollister. De la serie azul, recuerdo con mucho cariño "Historias de Ninguno" y "Un duende a rayas". Y de la serie naranja "Fray Perico y su Borrico", "Las aventuras de Vania el forzudo" y "El pirata garrapata". La serie roja era demasiado adolescente traumado para mí, pero en líneas generales, fue la colección que nos enseñó a leer, y la que todos teníamos y tendremos en el imaginario colectivo.


Creo que mi primer libro (no cuento) fue historias de Ninguno, y a diferencia del Conde no era ciencia ficción, sino fantasía pura, un chaval con una caja de lápices de colores mágica, y unos dibujos más bonitos que en la edición actual.

jueves, 24 de marzo de 2011

Capítulo 16: EL DETECTIVE GASTRÓNOMO


¿Sonaría descabellado que un detective al estilo hard-boiled, un tipo desengañado y de vuelta de casi todo, justiciero de profesión, tuviese como mayor aliciente de su dura existencia el bacalao al pil pil? Pues sí, porque en España estas cosas son posibles. El nuestro es un país donde, tanto en la vida como en el arte, las hazañas más épicas, más dignas del Hollywood de las palomitas y los rayos láser, pueden interrumpirse perfectamente para que el protagonista deguste un buen arroz con conejo. Esa clase de cosas hace el detective Pepe Carvalho en la famosa serie de novelas escritas por el polifacético autor Manuel Vázquez Montalbán, de las cuales he tenido el placer de leer dos: Los Mares del Sur (1979, ganadora del Planeta) y El Balneario (1986), ambas demostraciones de que aquí también se puede escribir novela negra de la buena. No siempre lo patrio es una copia barata de lo que se hace fuera, menos todavía cuando se recurre a la esencia de lo nuestro como base en la construcción del relato.

Manuel Vázquez Montalbán (1939-2003)

La serie de Carvalho se caracteriza, en mi humilde opinión de lector que no la ha leído completa, por describir distintos paisajes sociales de la España de finales del siglo XX, esa época en la que pasamos fugazmente de un régimen dictatorial cutre a una joven democracia en la que han sobrevivido nuestros prototipos de siempre, tanto políticos como culturales. En varias ocasiones se tiene la impresión de que Carvalho deambula por las páginas de sus novelas como un convidado de piedra mientras son los demás personajes, por ejemplo los sospechosos de los delitos que se investigan, quienes verdaderamente hacen avanzar la trama y constituyen el arroz de la paella. En El Balneario, por ejemplo, Carvalho parece más una sombra al fondo que el protagonista, dejando recaer el peso de la acción sobre los pintorescos turistas que pueblan el establecimiento del título, y que suponen retratos vívidos y parcialmente paródicos de lo que los españoles entendemos como guiris de toda la vida: son caprichosos, nos miran por encima del hombro, amenazan con querellas, etc. Los españoles no salimos mejor parados en lo que a la mordacidad del autor se refiere, ya que los personajes autóctonos de las novelas de Carvalho suelen estar definidos por su procedencia regional o su contexto social, nunca cayendo en tópicos hirientes sino más bien en sutiles trazos que cualquiera reconocería sin posibilidad de discusión. En Los Mares del Sur es más bien la ciudad de Barcelona -sucia, gris, brutalmente real en su cotidianeidad- la que aporta el ingrediente principal del plato, resultando en última instancia la principal culpable del crimen a investigar.


Vázquez Montalbán, eso sí, crea un personaje muy rico con su detective precisamente porque suele ser el único de sus tramas que escapa a la sátira. Tiene lo que se suele llamar "un pasado" (ha estado en el Partido Comunista y en la CIA, degusta soberbios menús junto a su fiel ayudante apodado Biscuter y, por lo general, actúa de manera bastante sorprendente por lo impredecible) y no es un personaje unidimensional con una gabardina, un sombrero ladeado y un cigarrillo en la boca, sino un individuo tan complejo como podríamos serlo cualquiera de los lectores. Advierto que Montalbán no se corta a la hora de mostrarnos sus momentos de mayor intimidad con total crudeza (antológica es la escena de El Balneario en que describe un enema terapéutico como una espeluznante violación), lo que nos dejará en algún momento un tanto desconcertados.

Recomiendo dejarse los prejuicios sobre "la españolada" en el cajón, ignorar por completo las películas y series de televisión más bien ligeritas que se han hecho sobre Carvalho y disfrutar de alguna de las amargas historias del detective gastrónomo en su forma auténtica. Al final nos gustarán más o menos, pero no se puede negar que Vázquez Montalbán sabía como hacer que el bacalao soltase la gelatina de la piel para dar espesor a la salsa, y también cómo hacer que nos sintiésemos reconocidos en nuestra esencia manteniéndonos bien alejados de cualquier clase de humor castizo simplón.

jueves, 17 de marzo de 2011

El sueño imposible.

En la escena cumbre del musical El hombre de La Mancha (Dale Wasserman, 1965) Dulcinea, que ya ha visto indignada cómo el pobre Don Quijote es objeto de burla y escarnio en la venta, le pregunta por qué hace esas cosas que él hace; por qué es como es. Don Quijote le responde:

Soñar el sueño imposible,
Luchar con el enemigo invencible,
Abrazar el pesar insoportable,
Correr hacia donde no se atreven los valientes...

Enderezar el mal irreparable,
Amar pura y castamente en la distancia,
¡Intentar cuando tus brazos están cansados,
Alcanzar la estrella inalcanzable!

Ésta es mi búsqueda, perseguir esa estrella,
No importa con qué desesperanza, no importa a qué distancia,
Luchar por lo que es justo sin preguntar ni detenerme,
¡Estar dispuesto a ir al Infierno por una causa celestial!

Y sé que, si yo pudiese ser fiel a esta búsqueda gloriosa,
Mi corazón yacería en paz y calma cuando me tienda a descansar...

Y el mundo será, de hecho, mejor,
¡Que un hombre despreciado y cubierto de cicatrices,
Todavía se esforzó con su último gramo de coraje,
Para alcanzar la estrella inalcanzable!

LAS ALEGORÍAS


Hay pequeñas obras maestras de la Literatura que perduran por su carácter alegórico, por trascender a su significación mundana. Si en "El Viejo y el Mar" de Hemingway, el pescador Santiago es el espíritu humano que quiere seguir viviendo conforme lo hacía pese a su vejez, y demostrárselo, la captura del gran pez devorado por los escualos es una aventura propia, interior. De su gran pesca sólo queda la espina dorsal del pez, pero era el pez que Dios le reservaba, y vive esa aventura solo, por mucho que deseara que su joven aprendiz hubiera salido a faenar con él. En la entrada anterior se hablaba del significado iniciático de Moby Dick, y yo aporto una teoría más: ¿Es Moby Dick Dios, y el capitán Acab el diablo? Acab dice que si obedece a Dios se desobedece a sí mismo. ¿Y Robinson Crusoe?. ¿Es el capitalismo? ¿Es una autoeducación? ¿Expía sus pecados Robinson en la isla? Una historia escrita en dos meses, pero "bigger than life" que creó todo un género: el robinsonismo (Escuela de Robinsones, La isla de Coral, Los robinsones de los Mares del Sur, El señor de las moscas, La isla misteriosa). Pocos saben que Robinson Crusoe tuvo dos secuelas, que no tuvieron ningún éxito, despojado Crusoe de su carácter de náufrago. Y el misterio del Quijote ¿Está loco, se hace el loco? Vive, al final de sus días la vida que le hubiera gustado vivir. Don Quijote es la ilusión de una vida nueva, Dulcinea el amor imposible, y Sancho, el corazón humano. Cuando nosotros desaparezcamos ¿qué habremos significado para los demás? ¿habremos descubierto qué metáfora nos sustituye?

martes, 8 de marzo de 2011

Capítulo 15: EL "QUIJOTE" YANQUI


Aferrada como está la costumbre de establecer listas de éxitos para todo, los clásicos literarios nunca han escapado a tales clasificaciones que intentan imponer cierto orden cualitativo entre ellos. Si tenemos que determinar cuál es el gran clásico de la novela norteamericana, será sencillo que estos "hit parades" terminen su cuenta atrás con Moby Dick en el número 1. Viene a ser el equivalente estadounidense de nuestro Don Quijote de La Mancha, y no solamente por estar a la cabeza de cualquier lista de éxitos.

Cervantes fue quizá, junto con Homero y pocos más, uno de los grandes expansores del universo narrativo de la Humanidad. A él se debe, no sin dignas influencias previas, la creación del personaje solitario en sus relaciones con el mundo, el outsider en toda regla que se aferra de un modo u otro al lema de "todos están locos menos yo" para construir una realidad a su medida. Así era el hidalgo manchego, y así era el capitán Ahab, montado en una alegoría flotante y a la caza de otra enorme, salvaje e indomable, del mismo modo en que Don Alonso iba al encuentro de ejércitos, gigantes y nigromantes rencorosos. Cuando estudié Moby Dick en la universidad, el profesor nos explicó que todo el barco ballenero, el Pequod, era una metáfora de los EEUU, un único navío en la soledad de un mar infinito e impredecible, gobernado por un solo hombre que le imponía el rumbo según su voluntad. Si atendemos a la más famosa caracterización de Ahab, la de Gregory Peck en la adaptación cinematográfica que todos conocemos, nos encontramos que parece una imitación un tanto siniestra de Abraham Lincoln, personificación del mejor espíritu yanqui de aquellos años pre-hegemónicos. Y la ballena blanca que daba título al libro sería una especie de anhelo místico, una utopía a perseguir -a cualquier precio, quizá demasiado alto- por la nación y su adusto timonel.

Abraham Lincoln cazaballenas.

No estoy en contra de esta visión simbólica respecto al argumento de Moby Dick, aunque creo que hay mucho más. Pienso que es una de estas obras multifacéticas en las que casi cualquier posible interpretación es plausible, precisamente porque su complejidad y su planteamiento mitológico la hacen llegar a cualquier lector. Recomiendo su lectura lenta y pausada, disfrutando de cada capítulo con el mismo sosiego con el que un capitán redactaría su cuaderno de bitácora. En fin, todos sabemos cómo termina, pero eso no es necesariamente lo más importante.

sábado, 5 de marzo de 2011

La hora de los dragones


Ya hay, por fin, fecha oficial para el lanzamiento de A Dance with Dragons. Lo dice el propio autor de la saga Canción de hielo y fuego, George R. R. Martin, a través de su página oficial. Le falta abrirse una vena y sellar esta verdad con sangre, después de que en el pasado se hayan dado otras fechas y hayan ido quedándose atrás sucesivamente hasta llegar a los cuatro años de retraso respecto al momento teórico en que iba a salir el libro.

Será el 12 de julio cuando el título aparezca en las librerías. Según el propio Martin, es un ladrillaco en la línea de Tormenta de espadas (casi se deduce que incluso más grueso), que según apunta algún nerd internauta ya está en manos de los traductores españoles. Por eso es de suponer que la versión en castellano estará disponible bastante antes de lo que suele suceder con otros libros anglosajones. Tal y como yo suponía, Martin -qué listo- ha esperado al lanzamiento de la serie de televisión de Juego de tronos para que serie y libro se beneficien mutuamente. Igual este hombre orondo y barbudo tiene terminado Danza de dragones desde hace años, a la espera de trincar mas pasta; y por tanto hace tiempo que otra docena de Starks yacen bajo la fría nieve de Poniente.

-¿Para cuándo Danza de dragones...?
-¡Muere, Stark!
-¡Aaaargh!
(imagen de fantasymundo)

En fin, que ya pueden venir tsunamis, huelgas generales, guerras mundiales o caídas de asteroides (apunta literalmente Martin), el 12 de julio el libro estará bajo nuestro brazo. Yo me lo tomo con calma, que todavía estoy a más de mil páginas de interesarme por lo que pasará en la nueva entrega.

jueves, 3 de marzo de 2011

1984, de Lorin Maazel: una ópera de ciencia-ficción

Imagen promocional (fuente: hagaselamusica.com)

Estos días se representa en el Palau de les Arts (Valencia) la ópera 1984, o Nineteen Eighty-Four, de Lorin Maazel, basada en la famosa novela de George Orwell. Se trata de una ópera de corte claramente contemporáneo, con todo lo que esto significa desde un punto de vista musical (con sus atonalidades, sus aparentes carencias ocasionales de armonía, su mayor atención sobre las texturas que sobre las melodías, etc.), en la que destaca una brillante puesta en escena que recrea intensamente el contexto de ciencia-ficción distópica de la obra maestra del género.

Cartel del estreno en Londres (valenciaplaza.com)

Para quien no conozca la novela 1984, decir que es el paradigma de la ciencia-ficción "pesimista" respecto al futuro de la Humanidad. Plantea la existencia de un régimen dictatorial que controla amplias zonas del planeta bajo una vigilancia constante y obsesiva de cada ciudadano/a, llegando al extremo de modificar hechos históricos sobre la marcha con el fin de reforzar el poder estatal. El líder del régimen es el Gran Hermano (sí, de aquí viene el término), que Orwell relaciona sutilmente con Josef Stalin y su dictadura soviética. La acción arranca cuando un simple funcionario, Winston Smith, se plantea una rebelión ideológica a escala individual.

Palau de Les Arts (abc.com)

Lorin Maazel es el compositor de esta versión operística, además del director de la Orquesta de la Comunidad Valenciana, de la que es titular. El libreto corre a cargo de J. D. McClatchy y Thomas Meehan. Tuve ocasión de ver una entrevista a Maazel en el estupendo programa sobre música clásica que La 2 de TVE emite la tarde del domingo, donde también se emitieron varios fragmentos de la obra. He leído algunas críticas buenas y otras malas (las más), pero supongo que son quienes pasen por el patio de butacas hasta el 6 de marzo quienes tienen que opinar. Si algún lector tiene la oportunidad de ver 1984, que se pase por aquí y nos lo comente.

Lorin Maazel dirigiendo (fuente: El Blog de Atticus).