miércoles, 20 de octubre de 2010

EL HOBBIT FINALMENTE... ¡ SE HARÁ !


Tras ser despedido Guillermo del Toro, será el propio Peter Jackson quien adapte el prólogo al Señor de los Anillos. Los lectores del libro estamos deseando ver al dragón Smaug, al enano Thorin, y a Gandalf el Gris (que no blanco) Personalmente estoy entusiasmado, a ver si Jackson recupera el tono y paisajes de La Comunidad del Anillo (que considero la mejor de las tres partes). El Silmarillion es inadaptable, pero hay que aprovechar hasta donde Cristopher Tolkien ceda.

martes, 19 de octubre de 2010

OTFRIED PREUSSLER


Este simpático viejecito es con Michael Ende el mejor autor infantil vivo. Su obra completa fue premiada, entre otros, con la Mención Honorífica como "Autor Altamente Recomendado" del Premio Hans Christian Andersen (considerado como el "Premio Nobel" de la Literatura infantil y juvenil). De él únicamente he leído " Las aventuras de Vania el forzudo",

un relato de tono serio y carácter mítico, que explica la ascensión al trono de un país ruso de un joven campesino que deberá superar varias pruebas de gran exigencia. La primera es dormir siete años en la repisa de una chimenea, para alcanzar una fuerza sobrehumana.

El otro libro es Tomás Espantapájaros, la fábula de un espantapájaros que descubre el mundo y finalmente es quemado por los niños, resucitando sus cenizas viajeras. Explica el ciclo completo de la vida con una criatura mágica. Es un largo poema en prosa, en realidad, que me gustó más que Juan Salvador Gaviota u otros similares.

miércoles, 6 de octubre de 2010

EL FIN DE LA ETERNIDAD


Es una vieja novela de Asimov escrita en 1955 y que, desde una óptica menos aventurera que H.G.Wells, teoriza sobre los viajes en el tiempo, de la única forma realista posible: Si pudieran realizarse, ya estarían los hombres de esos tiempos, actuando sobre los presentes, de forma que Asimov trata el tema de las realidades alternativas, y las paradojas, tanto temporales como estéticas (ya el título es una), de escoger entre la felicidad propia o la de toda la humanidad, pasar un rato con un hijo que nunca tendrás, o, la idea más inquietante de toda la novela: La ventaja que los hombres de los tiempos más avanzados tienen sobre los pretéritos, y ahí están los misteriosos "hombres de los siglos ocultos", que trascienden a los que descubrieron el viaje en el tiempo. El auténtico viaje, es que recordaremos todos, es el que nos lleve al Infinito, espiritual y físico. Y la lectura de este libro me llega veinte años después de haberlo comprado, recomendado y paralelo al descubrimiento anunciado de un planeta similar a la tierra al que la Humanidad podría mudarse. Inquietante, esto del imaginario colectivo.

sábado, 2 de octubre de 2010

Capítulo 12+1: LOS PUNTALES DE LA TIERRA


Es una curiosidad, un puro retruécano, que el autor de uno de los folletines más exitosos de todos los tiempos lleve el apellido Follett. Los pilares de la Tierra (libro que no he leído al completo) es una de esas obras que todo lector de a pie tiene entre sus favoritas. Publicada en 1989, esta extensísima novela de género histórico describe los entresijos de la construcción de una catedral gótica en la villa inglesa de Kingsbridge, en el siglo XII. Multitud de personajes entretejen sus tramas vitales con un trasfondo de guerras feudales, traiciones, amoríos imposibles, buenos buenísimos y malos malísimos. Ha dado lugar a una reciente secuela titulada Un mundo sin fin.

Un buen lector amigo mío afirma que, si bien Los pilares de la Tierra no es un mal libro, falla al no ser capaz Ken Follett de dotar a sus personajes de una personalidad realista, una "redondez" que verdaderamente nos permita sorprendernos de sus decisiones. Tampoco parece que Follett consiga dar verosimilitud histórica a su trama, ya que las motivaciones de algunos personajes son plenamente contemporáneas e impensables en un contexto medieval. Siempre podremos decir que la complejidad de carácter de un personaje es algo supeditable a otros aspectos como, sobre todo, el argumento. Yo podría estar de acuerdo, a sabiendas de que la a veces excesiva importancia concedida a la introspección en los personajes no es sino una buena costumbre convertida en mal dogma por autores del Modernismo como James Joyce o Virginia Woolf. En la buena novela de género, si bien se disfruta mucho más cuando el personaje tiene claroscuros, lo realmente importante es el qué, y no tanto el quién. Si concebimos novelas como Los pilares de la Tierra según este criterio, siempre tienen la opción de salvarse de la quema.

Ken Follett, novelista y cantante de blues.

Otra cosa es que hablemos del género histórico -o pseudohistórico, que de todo hay- y nos pongamos a comparar unas novelas y otras, a ver cuál sale ganando. Desde luego, yo no puedo ser un buen juez en este sentido, ya que la novela histórica nunca me ha atraído demasiado. Mi referencia básica es El puente de Alcántara, de Frank Baer, una de las mejores novelas históricas que soy capaz de imaginar. Personajes redondos, un realismo atronador y una trama envolvente completan una obra plenamente satisfactoria que, de no ser por el mega-best-seller de Follett hoy en día podría ser vista como el paradigma del género.

Edición en bolsillo.

Estos días están pasando por televisión la adaptación de Los pilares de la Tierra que recientemente han producido Ridley y Tony Scott, y que cuenta con el pleno beneplácito del autor de la novela. Obviando las diferencias que siempre puede haber entre un libro y una película (una serie en este caso), es notorio lo que, a priori, se me dijo sobre esta obra: los personajes se mueven siempre empujados por un impulso primario, los buenos por el amor, la justicia y la búsqueda de la felicidad personal; los malos por la codicia, el odio, la ambición y la venganza. Nunca uno de los buenos hará algo malo; nunca uno de los malos hará algo bueno. Son todos peones en un juego de ajedrez cuyo mayor interés radica en saber qué nueva fechoría tramará el clérigo malvado para fastidiar a los buenos y matar a unos cuantos de ellos, o con cuál de los dos maromos se quedará la chica, con el raro-artista-incomprendido o con el normal-empresario-emprendedor.

Cartel de la serie de TV (o portada del pack en dvd).

Del mismo modo que nunca se debe juzgar un libro por su portada, jamás deberemos juzgar una novela por su adaptación en imágenes, pero desde luego, Los pilares de la Tierra (la serie) me mantiene en un estado de escéptica incertidumbre, a sabiendas de que Ken Follett camina sobre una cuerda floja que, de ser finalmente atravesada me puede entusiasmar; y de terminar en una caída, puede evitarme la innecesaria lectura de un ladrillo de 1000 páginas. A opinar.